Ese amor romántico también consiste en creer que la meta en la vida es tener pareja, y que todo el mundo debería tener una, sin contemplar que «es tan sólo una opción más», señala.
Por su parte, Ana Sierra, terapeuta especializada en parejas, explica que hay personas que confunden el amor romántico, con el romanticismo y son cosas totalmente diferentes. El primero se basa en un egoísmo infantil, donde tengo derecho a exigirte por el hecho de ser mi pareja, mientras que el romanticismo consiste en un egoísmo maduro: Tengo derecho a pedirte, no a exigirte.
Eso, dice, es la gran diferencia: «En el romanticismo, las dos partes contribuyen a la felicidad de la pareja teniendo ambos su parcela de independencia, y no por ello, significa quererse menos». De modo que «si no hay libertad, ni respeto, ni independencia, no es amor sino posesión», añade Yáñez.